Alquila un muerto y viaja al infierno
Este es el lema de una empresa danesa que alquila viejos coches fúnebres para hacer mudanzas, asistir a fiestas o acudir a bodas.
© Miguel Mielgo – JM Noticias
La empresa «Lej Et Lig», que en danés significa «Alquila un muerto», es una pequeña compañía de alquiler de coches que tiene un nombre muy apropiado para su tipo de negocio. La mayor parte de la flota de sus vehículos está compuesta por coches fúnebres, que ya han pasado a mejor vida, tras cumplir sus funciones durante muchos años.
Son coches que han estado al servicio de funerarias locales, transportando ataúdes en los entierros, que ahora se alquilan como furgonetas para mudanzas. Si no fuera por este trabajo, su destino natural sería el desguace, ya que estos vehículos son imposibles de vender.
Bajo el lema de «Alquila un muerto y viaja al infierno», la empresa danesa ha encontrado un nicho donde ganar dinero dentro del competitivo mercado de vehículos de alquiler. Y es que aunque el estado de conservación de los coches no es el deseado, no parece que sea un problema para los jóvenes clientes que buscan un medio de transporte barato.
Lo interesante de estos vehículos es su amplio «maletero», que es el espacio donde se metía el ataúd, ya que ahí caben bultos muy voluminosos. En el suelo del espacio interior hay además unos rodillos que facilitan la introducción de cargas pesadas, como puede ser un sofá o una cama.
De lo que no cabe ninguna duda es que no se puede ser un finolis, ni mucho menos supersticioso, a la hora de alquilar estos vehículos. Ver otras fotos en el formato PDF
Viejos, amplios pero baratos
Lo que de verdad gusta a los clientes de esta empresa es el precio del alquiler. Por la módica cantidad de 150 coronas diarias, unos 22 euros, incluyendo los primeros 25 kilómetros, los estudiantes que se cambian de casa pueden hacer su mudanza de forma fácil. También los grupos de rock cargan con sus instrumentos para ir a tocar a otros lugares. Todos han encontrado en estas viejas carrozas funerarias la solución fácil y barata para sus necesidades de transporte.
Para Theis Nielsen, el joven propietario de 23 años de esta empresa, alquilar un coche fúnebre es sólo cuestión de gustos y ahorrar dinero. «También hay gente normal que alquila uno de estos coches fúnebres para ir de compras a Ikea o al supermercado, ya que ahí les cabe todo de una vez», dice Nielsen.
De fiesta con una funeraria
A los propietarios de las otras empresas de pompas fúnebres no les ha hecho ni pizca de gracia que se alquilen estos vehículos y, aunque la ley no dice nada sobre el uso que se puede dar a estos coches que ya no están en servicio, no creen que sea una buena idea pasearlo por la ciudad cargado con instrumentos musicales o la ropa de la colada.
Nielsen dice que los jóvenes alquilan sus coches para ir de fiesta. Uno de sus clientes es Juan Pablo Pita, un español que está haciendo un máster en geología marina en la universidad de Aarhus.
«Alquilé la funeraria para hacer la mudanza, pero después se me ocurrió que podía aprovechar y llevarlo a una fiesta», explica Pita. Teniendo en cuenta que la mayoría de los estudiantes se mueven en bicicleta, llevar un coche a una fiesta es «una posibilidad mayor de ligar»
Sin calefacción
Sin embargo, Juan Pablo admite que aunque la idea tuvo éxito, ninguna chica de las que estaban en la macrofiesta universitaria que se celebró la semana pasada en la ciudad, tuvo el valor de acompañarle. Y menos por la noche en ese coche.
«Una cosa es lograr que se suban al asiento de atrás de un turismo y otra distinta que sea en la cabina trasera de un coche fúnebre», dice Pita. Y añade con una sonrisa: «Es que atrás no hay calefacción»