¿Letizia?… ¿y quién es Letizia?
La prometida del príncipe Felipe sólo fue una más entre las invitadas a la boda de Federico de Dinamarca.
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Los daneses sólo tenían ojos para Mary Donaldson, la joven australiana que ahora ya es la esposa del príncipe heredero Federico de Dinamarca. La pareja de recién casados fue sin duda el indiscutible centro de atención, y no sólo de la televisión y prensa del país, sino de todos los demás medios internacionales.
Fue una boda real en el reino de las 500 islas. Una boda a la vieja usanza, entre escenarios que parecían sacados de un cuento de hadas, con final feliz digno de una de las historias del fabulista danés Hans Christian Andersen.
¿Y Letizia?… ¿Letizia?… ¿quién es Letizia? Así contestaban la mayoría de los monárquicos daneses mientras contemplaban embelesados la ceremonia nupcial de su príncipe heredero. Muy pocos sabían que la futura princesa de Asturias se llama Letizia y muchos menos de ellos eran capaces de pronunciar su apellido.
Tampoco los diarios y televisiones del país, volcados en dar todos los detalles habidos y por haber al resto del mundo, destacaron algo más a la pareja española que al resto de los invitados reales. Letizia no quitó a los novios ni una pizca de protagonismo, ni tampoco a las otras damas de la realeza, aunque por su actitud, parecía que era lo que quería intentar hacer.
Seamos honestos, el pasteleo que se ha hecho en España de esa llamada «presentación en sociedad» de Letizia en Copenhague está muy lejos de la realidad. Y es que si alguna de las invitadas alteró a los cámaras de televisión y a los fotógrafos, jueces anónimos de lo que de verdad interesa, fue sin duda la princesa Magdalena de Suecia, porque con la belleza y porte de esa joven no hay quien compita, y mucho menos una Letizia vestida de rojo.