Rebelión en la cárcel de mujeres
Las internas de una prisión noruega han desenterrado el hacha de guerra porque la dirección del penal les ha prohibido tener consoladores en las celdas.
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Las internas de la prisión noruega de Bredtveit, la única cárcel de mujeres en este país nórdico, se ha rebelado contra la orden de la dirección de la penitenciaría por la cual se prohibe el uso de consoladores en las celdas.
«Hay peligro de contagio y por razones de higiene hemos decidido no permitir los vibradores en las celdas» explicó Dan Strømme, director del penal, al diario noruego Aftenposten.
Unas razones que las internas no están dispuestas a aceptar así por las buenas y, mucho menos, tener que volver a las formas «tradicionales y manuales» para poder satisfacer sus necesidades sexuales sin la ayuda de tan práctico instrumento.
«La dirección nos ha dado diferentes explicaciones. Que hay peligro de contagio, que es por la higiene o que puede darse una situación de violencia sexual. ¿Pero hasta dónde vamos a llegar» grita una de las las reas de 39 años.
La portavoz de la presas también dice que «lo que la dirección quiere es que no nos podamos sentir bien dentro de la cárcel» y achaca la prohibición de tener consoladores a que el director del penal es un hombre y, naturalmente, no ve con buenos ojos que las mujeres se sientan satisfechas.
Ante el enrarecido ambiente de «malas vibraciones» que se ha creado en la prisión, una comisión de presas ha propuesto a la dirección que los celadores mantengan durante el día, y bajo llave, todos los «dildos» y demás juguetes eróticos propiedad de las internas. Pero estos tendrán que ser entregados a sus propietarias a la hora de dormir, cuando cada una está en su celda.
Sin embargo, y aunque la intención de la propuesta es solucionar el problema y terminar con la disputa, no parece que los guardianes de la prisión estén por la labor de administrarla y, mucho menos, tener que ir a repartir cada noche los consoladores de celda en celda.
La sexóloga Bente Traee comparte la opinión de las presas y asegura que el motivo de la prohibición suena un tanto extraño. «A una mujer le puede resultar difícil tener una buena vida sexual en la prisión sin la ayuda de un consolador y, si sexualmente está satisfecha, mentalmente también» dice la Dra. Traeen. Esta experta en sexología considera los vibradores como objetos muy personales de cada mujer y, «si en la cárcel hay que tener una vida privada, cada mujer debe tener su consolador» afirma la doctora.