¡Tócala otra vez, Harry!… ¡tócala!
Todos escandalizados por la foto del príncipe Harry magreando las tetas de una amiga, pero el chaval sólo hacía lo que a la mayoría de los jóvenes les gustaría poder hacer.
© Miguel Mielgo – JM Noticias
Si no fuera porque Harry es príncipe de Inglaterra e hijo menor de la idolatrada y fallecida Diana de Gales, la foto que publicaba en su portada el periódico británico The Sun no hubiera tenido ninguna repercusión.
Pero Harry, que va a cumplir 22 años el mes que viene y físicamente cada día se parece más a James Hewitt, el que fuera amante de su madre durante 5 años y no a su padre oficial el príncipe Carlos de Inglaterra, sólo estaba haciendo lo que todos los jóvenes de su edad les gustaría hacer pero no siempre pueden.
¡Tócala otra vez Harry! …¡ tócala!, que si ella se deja y tampoco se opone, el hecho de poder tocar las tetas de de la chica, que además está de muy bien ver, no tiene nada de malo.
Peor hubiera sido si la instantánea mostrara al chaval haciendo otras cosas intimas, que ante los ojos de una sociedad tan conservadora como la británica, podrían calificarse de antinatura.
Pero no ha sido así y, aunque en las discotecas se ven cosas que pueden ser más obscenas, no hay ningún motivo para rasgarse las vestiduras por el hecho que un joven como Harry, bese, abrace o meta mano a la chica de forma consentida.
Y mucho menos siendo ella una amiga, con o sin derecho a roce, con la que supuestamente había mantenido una relación.
Dice la sabiduría popular que «tiran más dos tetas que dos carretas». Y es que las pechos de las féminas atraen las miradas, y a veces hasta las manos, de todos los hombres.
Esto es algo muy natural que los humanos llevamos haciendo desde que nos bajamos del árbol y además, forma parte del preludio del acto sexual al que nos inclinan las hormonas masculinas y femininas.
Lo malo de todo este asunto es que la foto había sido tomada hace tres años, cuando Harry, al que el diario llama «Harry el Sucio», se divertía con su hermano William, de 24 años, – ambos con cara de haber tomado algunas copas de más – con unas amigas comunes en una discoteca londinense.
El diario, sin embargo, intentó hacer pasar la foto como si hubiera sido reciente y captada este verano en el club «Boujis» de Londres. Además, en el periódico se pedía a Harry que se disculpara con su actual novia, la surafricana Chelsy Davy, por la «supuesta infidelidad», aunque ambos no están oficialmente prometidos.
Tampoco a Natalie Pinkham, de 28 años, la chica que aparece en la foto, le ha gustado mucho verse en la portada de diario y expresó su irritación exigiendo que se disculpara con ella.
Lo que no está claro es cómo The Sun consiguió la foto, considerada privada, pero la acusación de haberla robado, – la chica las tenía en su casa – fue posteriormente retirada.
La casa real también habla de protestas, pero según Paddy Harverson, el portavoz oficial de los príncipes, no tienen ninguna intención de emprender acciones legales contra el periódico y por tanto, todo apunta a que este asunto queda en familia y aquí no ha pasado nada.
Esto no es más que un capitulo de la ya tradicional relación de enemistad que existe entre la familia real británica y los medios de comunicación. Una relación marcada por la desgraciada muerte de la princesa Diana de Gales, las escuchas telefónicas a los miembros de la familia real y las infiltraciones de periodistas entre el personal de servicio del palacio.
Pero todo esto no será lo último que suceda porque a veces, estas revelaciones tan sensacionalistas que hace la Prensa británica sobre la vida privada de los miembros de la familia real, tienen un motivo que hasta cierto punto, puede estar justificado.
Hace ya un tiempo Harry acudió disfrazado de nazi a una fiesta con sus amigos y el escándalo fue mayúsculo.
En esta ocasión también fue el periódico The Sun el que publicó la comprometedora fotografía del hijo menor del príncipe Carlos de Inglaterra, vestido con unos símbolos que hirieron los sentimientos de muchas personas dentro y fuera de Inglaterra.
Harry, o mejor dicho su padre o sus tutores, nunca tenían que haber permitido que el joven se vistiera así. En otros países, estas alegorías del nazismo están prohibidas y hasta podría ir a la cárcel por ello.
Y es que por mucho que se tratara de un disfraz, y que esto sucediera en un fiesta privada, el recuerdo del Holocausto todavía está muy presente entre las familias de las víctimas.
Harry tenía que haber sido duramente castigado por ello, pero aparte de la supuesta reprimenda de su padre, en esta ocasión tampoco pasó nada.
Las familias reales, y no sólo la británica, deberían aprender de una vez que no pueden continuar pensando que su inmunidad les permite hacer cosas que las leyes prohíben y castigan. Menos aún, cuando todos están viviendo a cuenta del dinero que pagan los contribuyentes con sus impuestos, aunque sus funciones en la sociedad, sólo sirvan como pan y circo para el pueblo.