Hay una solución pacífica para Cataluña
La celebración de un referéndum dentro de cuarenta años. El mismo tiempo que los separatistas han tenido para adoctrinar a más de una generación de catalanes.
© Gustavo Albarracín – JM Noticias
La pregunta es muy simple: ¿qué se puede esperar de los catalanes después de más de cuarenta años de adoctrinamiento desde su más tierna infancia?
Todo catalán que hoy día tenga menos de 45 años, aunque algunos mayores también, ha recibido un adoctrinamiento antiespañol desde que empezó a ir a la guardería.
Cuarenta años después, bastante talluditos todos y acompañados de las siguientes generaciones, son los que componen esa caterva de exaltados integrantes de partidos políticos, que dan la impresión de tener cogidos por, salve sea la parte, al resto de ciudadanos que no piensan como ellos, incluso al Gobierno y Parlamento regional, que sí piensan como ellos. Pues ¡hala!, ahí todos juntos tan ricamente desafiando al mismísimo Estado.
Se puede decir, parafraseando a Galileo, aquello de «dadme una escuela y cambiaré el mundo». Y es que esta frase, más allá de un juego léxico, resume el fundado convencimiento de los expertos de que hay que trabajar en la seguridad de que la educación puede realmente cambiar el mundo.
Todo esto resulta tan innegable que Lenin dijo «dadme una generación y cambiaré el mundo», añadiendo como pilar pedagógico fundamental de la revolución rusa el «apoderarse del alma de los niños».
Esta es la exclusiva y auténtica razón de ser de las feroces aspiraciones autonómicas por hacerse completamente con las competencias en educación. Aspiración más feroz cuanto más izquierdosa y antisistema sea la ideología de quienes las pretenden, en coherente concordancia con su amado Lenin.
La educación es la herramienta más potente.
Alguien dijo que: «más potente que el motor más potente es la inteligencia humana que supo concebirlo». Por supuesto que sí. Y que esa inteligencia se convierte en una herramienta superpotente si se dedica a moldear las tabulas rasas, que son las tiernas mentes infantiles, con adoctrinamientos varios, bien leninistas o anti españolistas con base en la inmersión lingüística catalana, que lo mismo da para comprobar su potencia.
Todos tenían clarísimo, igual que cualquiera que tenga dos dedos de frente, que la educación, y sólo ésta, es la herramienta más potente que existe para moldear la conducta de los pueblos, si se empieza desde la niñez. Mucho más potente que la tan temida, y otra vez de moda, bomba H.
Si varios prohombres coincidieron en que la escuela, y sólo la escuela, era la herramienta indiscutible para cambiar el mundo, ¿por qué demonios se hizo dejación de ella tan olímpicamente? ¿Justificó un puñado de votos dejar nuestra querida España vacía de un contenido histórico, rancio de alcurnia y prosapia?
Pero es que además, y para colmo, esos votos estaban envenenados porque cada uno llevaba incorporado su correspondiente dosis de cianuro. Votos capitaneados por el clan más corrupto y avieso, siniestro y maquiavélico de la historia de Cataluña. Y la otra parte, la receptora de los votos, actuando con una ingenuidad rayana en lo criminal, a juzgar a toro pasado. Jamás habrá tanto mar como lágrimas a derramar…
Ha sido muy cruel ver que ciertos sectores hayan dispuesto tranquilamente de unos cuarenta años sin que nadie les molestara, mientras trabajaban la mente de los ciudadanos desde la infancia. Con la excusa de revalorizar su lengua, casi extinta, loable propósito al que nadie se oponía, fueron inoculando miserablemente el virus antiespañol.
Referéndum sí, pero dentro de cuarenta años.
Ya lo decíamos con ocasión de los rótulos en los supermercados. Bien que se veía venir, hasta que todo saltó por los aires. Demasiado tarde. Ahora sólo hay una solución por la vía pacífica, y por ende incruenta. Es la que yo propongo, que es de lo más equitativa, cualidad que creo nadie me podrá negar: ¿Quieren un referéndum secesionista? ¿Si? Pues bien, se les otorga el referéndum secesionista y vinculante, por Ley y hasta reformando la Constitución en lo procedente y si preciso fuere, hasta con todas las preguntas que consideren conveniente, pero ¡ojo!, a celebrar el 1 de octubre del año 2057, justamente 40 años después de la fecha que ellos quieren.
¿Y por qué cuarenta años después? Pues porque mientras tanto, el Gobierno central, el de España y de todos los españoles, rescataría las competencias en educación, perdiéndolas la Generalidad y todas las demás comunidades autónomas, siendo obligado para todas impartir las materias de todas las etapas de la educación, desde las guarderías hasta las universidades, tanto públicas como privadas, en idioma español exclusivamente y con unos programas únicos para la totalidad de los textos del territorio español.
Unos textos que podrían ser desarrollados por autores distintos, por supuesto, pero con estricta sujeción al programa diseñado por el Gobierno central, que otorgaría el «nihil obstat» obligatorio para asegurar su cumplimiento, amén de disponer de una pléyade de celosos inspectores de enseñanza. Además que todas las cadenas televisivas, tanto autonómicas, nacionales o locales, transmitirían también exclusivamente en idioma español.
¿Qué dicen? ¿que esto suena a totalitarismo? Seguramente, pero… ¡jolines! ¿De qué se quejan si es lo que vienen haciendo en el País Vasco, Valencia, Baleares, Galicia, etc., pero sobre todo en Cataluña, desde hace 40 años sin que nadie les eche en cara ese calificativo tan horrible?.
Cultivar la mente humana desde la más tierna infancia en el sentido que conviene a los políticos, ha sido la potente herramienta de la que han dispuesto en determinadas autonomías con el sólo fin de conducir a sus ciudadanos por la senda que a ellos convenía. ¿Y después de unos 40 años lo han logrado? Pues claro que sí. Es que si no lo hubiesen logrado, además de traidores serían subnormales. Y para contrarrestar eso, o, mejor dicho, para gozar de las mismas oportunidades que ellos, pero en otro sentido, lo cual es de justicia, no existe otra solución, lean bien: no existe otra solución incruenta que no sea disponer de la misma herramienta durante el mismo tiempo.
Después de esos 40 años, aproximadamente los mismos que llevan las distintas autonomías haciendo lo que les viene en gana, se celebraría ese famoso referéndum en Cataluña, con resultado absolutamente vinculante para todo el resto del pueblo español.
Parece de lo más equitativo que los furibundos defensores del referéndum secesionista no pongan el más mínimo obstáculo a que los no partidarios dispongan del mismo tiempo del que han dispuesto ellos para aleccionar a la población en el sentido de sus ideales políticos. Me temo que no colaría porque ellos, los de la coleta, los del flequillo y los de la fregona en la cabeza, se creen por encima del bien y del mal y de todos los demás mortales.
El Gobierno de España, aparte de comprometerse solemnemente ante la opinión mundial a autorizar el referéndum secesionista para el día 1 de octubre de 2.057 y, ¿por qué no? consagrándolo por Ley, también se comprometería hasta en el mismísimo pleno de las Naciones Unidas a acatar pacíficamente el resultado del mismo. ¿Adivinan cuál sería ese resultado? Sería lo justo.
Digo yo, aunque también sería una entelequia, que soñar no cuesta dinero. Pobre España. Bueno, una entelequia mientras sigamos contando con un Gobierno de eunucos, incapaces de coger el toro por los cuernos y darle la puntilla, metáfora que en «roman paladino» quiere decir «a la cárcel con ellos» y borrón y cuenta nueva. Para eso tenemos unas Fuerzas Armadas, incluso las ejemplares Policía Nacional y Guardia Civil, que juraron defender la unidad de España, además del todavía virginal artículo 155 de la Constitución. Nadie puede entender a qué se está esperando.