Mamá es un ángel y está en el cielo

Hannes tenía sólo año y medio cuando el «tsunami» cambió su vida. El niño sobrevivió a la tragedia y ahora ha vuelto con su padre a Thailandia.

© Miguel Mielgo – JM Noticias

Hannes tenía sólo año y medio cuando el «tsunam»i cambió su vida. (Foto: Hospital Phuket)

Hannes tenía sólo año y medio cuando el «tsunami» cambió su vida. (Foto: Hospital Phuket)

Hannes Bergström ha vuelto a Thailandia. Sobre la fina arena de la playa de Khao Lak, donde todavía se puede encontrar algún resto de los efectos de la devastadora ola, el niño juega pensativo mientras dibuja unos ángeles en la arena.

De vez en cuando mira hacia el cielo y piensa en su madre. «Está en el cielo, al lado las estrellas», dice el pequeño rubio sueco que un día, hace ahora un año, apareció solo y abandonado en un hospital de Thailandia.

Hannes es uno de los supervivientes de la gigantesca montaña de agua que arrasó las playas del sur de Asia, cobrándose la vida de más de 200.000 personas.

En el hospital tailandés le llamaron el niño milagro y su foto, la de un niño desconocido con cara de miedo que buscaba con la mirada a sus padres, dio la vuelta al mundo. A través de Internet esta foto llegó a Finlandia y allí, un pariente de su madre le reconoció.

La foto de Hannes en el hospital que circuló por Internet. (Foto: Redes)

La foto de Hannes en el hospital que circuló por Internet. (Foto: Redes)

Tras cuatro días de larga espera se consiguió encontrar a su padre, Marko Kärkkäinen, ingresado con graves heridas en el Hospital Internacional de Phuket. Su madre, Suzanne Bergström, se la llevó el «tsunami» que arrasó sin piedad las playas de Khao Lak.

De vuelta al escenario de la tragedia.

Hoy, cuando se cumple un año de la tragedia, padre e hijo han vuelto a Thailandia. En su relato al diario finlandés Ilta Sanomat, el padre de Hannes cuenta cómo ahora los dos viven con el recuerdo de mamá Suzanne.

«La tristeza viene y va. A veces me encuentro muy solo y triste, pero afortunadamente, todavía tengo a Hannes», cuenta Marko Kärkkäinen al periódico.

Los dos están ahora juntos en Koh Samet, en Thailandia, en el mismo lugar donde la ola se llevó a Suzanne, la esposa y madre de ambos.

El año que viene Hannes cumplirá tres años. Se pasa el día jugando en la playa junto al agua del mar. La misma que se llevó a su madre.

«Una ola tonta y grande» dice el pequeño y vuelve a mirar al cielo. Tenía año y medio cuando ocurrió lo que nadie esperaba. Parece que casi lo ha olvidado, pero a su madre nunca la olvida.

Por la noche, en Koh Samet, sale a la terraza de la habitación del hotel y señalando con la mano al oscuro cielo tailandés se queda mirando las estrellas, como si quisiera comprobar que su madre todavía está allí, en el mismo sitio que la veía por la mañana.

El día del reencuentro de Hannes con su padre Marko Kärkkäinen en el hospital. (Foto: medios)

El día del reencuentro de Hannes con su padre Marko Kärkkäinen en el hospital. (Foto: medios)

«Al lado de ésa,… la que está lejos» dice el pequeño, casi susurrando, mientras señala en el cielo el lejano punto luminoso. Después, triste y silencioso, vuelve a entrar en la habitación para meterse en la cama.

Al día siguiente Hannes sigue dibujando sus ángeles en la húmeda arena de la playa, muy cerca del agua, mientras espera con paciencia que las pequeñas olas pasen por encima de sus dibujos.

Es su manera de ilustrar el vago y triste recuerdo de lo que sucedió ese no tan lejano 26 de diciembre del año pasado. «Mamá es un ángel y está en el cielo», repite mirando hacia arriba cada vez que el agua del mar borra el dibujo en la arena.

«No se pueden controlar los acontecimientos de antemano. Tampoco se puede controlar la vida y hay que seguir viviendo» dice Marko Kärkkäinen al diario finlandés.

Cuenta también el padre de Hannes que los primeros seis meses después de la tragedia se encontraba muy confuso. El entierro, las entrevistas, el luto, la pena y la tristeza por la muerte de su esposa, se agolpaban en su cabeza como un conglomerado de sensaciones que no le dejaba vivir. Pero ahora se pregunta a si mismo: «¿Debo tener remordimientos si puedo disfrutar ahora de la vida? ¿Tengo que pasar más pena? ¡Si estoy feliz de que Hannes haya sobrevivido!»

Marko Kärkkäinen no pudo evitar las lágrimas tras encontrar sano y salvo a su hijo Hannes. (Foto: medios)

Marko Kärkkäinen no pudo evitar las lágrimas tras encontrar sano y salvo a su hijo Hannes. (Foto: medios)

De nuevo en Thailandia. De vuelta al lugar de la tragedia. Padre e hijo miran juntos la última foto de mamá Suzanne. En el horizonte del fondo de la foto se vislumbra una raya blanca: ¡Es el «tsunami»!

En otra foto se ve a Suzanne que está sacando a Hannes del agua. Los dos se ríen. Había sido tomada el día anterior a la catástrofe, mientras la familia vivía sin preocupaciones en el paraíso de la felicidad.

También miran las fotos del reencuentro en el hospital. Hannes tiene cara de cansado, pero a la vez está contento de estar con su padre.

«Papá, ¿por qué llorabas?» Su padre le mira con los ojos brillantes por las lágrimas contenidas y le dice: «Era cuando estábamos en el hospital. Lloraba de dolor»

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