El canalillo de Magdalena de Suecia
El escote que lució la hija pequeña del rey Carlos Gustavo de Suecia motivo de discordia entre suecos y noruegos.
© Miguel Mielgo – JM Noticias
No se puede ser rubia, guapa, princesa y encima ir a lucir el palmito en un terreno enemigo. Y es que la princesa Magdalena de Suecia, «Madde» para los amigos, que además no se corta un pelo a la hora de presumir del generoso busto que le ha dado la madre naturaleza, levantó algo más que pasiones en Noruega y fue motivo de una guerra mediática entre suecos y noruegos.
El titular del periódico digital «Nettavisen», del canal TV2 de la televisión noruega, decía «Madde mostró otra vez su canalillo» y acusaba a la joven princesa de «robar protagonismo al rey Harald» en los actos de celebración del 70 cumpleaños del monarca.
Y es que a la guapa «Madde» no se le ocurrió otra cosa que presentarse en la fiesta celebrada en honor del rey noruego, vistiendo un corto y escotado vestido rosa muy sexy, que dejaba ver «sus piernas y el profundo canalillo de la joven»
A pesar que los suecos son primos hermanos de los noruegos, se tomaron a pecho el asunto y como si fuera una afrenta nacional, todos los medios se pusieron a defender los «atributos» de su princesa, acusando a los noruegos de ser «unos celosos y salidos».
El enviado del periódico sueco Expressen a los festejos en Oslo decía en su crónica para la radio sueca que: «los noruegos estaban obsesionados con la belleza y el busto de Madde» y lo explicaba como si estuviera en el frente de una batalla.
Y como de una pluma salen cinco gallinas, según reza el dicho nórdico, aquí debió salir un gallinero porque lo que dejaba ver el escote de Magdalena se convirtió en una «guerra» de comentarios y acusaciones, que se extendió a casi todos los medios de comunicación de ambos países.
Los foros y páginas de los diarios en Internet se inundaron de comentarios a favor de uno u otro lado y el «canalillo» de Madde paso a ser un tema de honor nacional que había que salvar.
Lo cierto es que el escote que tenía el vestido de la princesa Magdalena no era tan de «vértigo» como el que se puso en la fiesta de entrega de los Premios Nobel de hace unos años.
Allí, y a través de la televisión, el mundo entero pudo ver con sus propios ojos lo que los suecos llaman «klifta», los noruegos «kløfte», que puede ser traducido como «el abismo», mientras los daneses, algo más elegantes en estos asuntos, lo denominan el «pasillo de los caballeros».
El que sí tuvo la oportunidad, o mejor dicho la suerte de poder ver de muy de cerca el «klifta» de Magdalena fue el príncipe Joaquín de Dinamarca.
El benjamín de la reina Margarita bajaba las escaleras de entrada a la sala del Ayuntamiento de Oslo con «Madde» a su derecha y su prima la princesa Alexandra a su izquierda.
Pero Joaquín no ocultó su interés por el «kløfte» de Magdalena y no le quitaba ojo de encima ni un momento, al mismo tiempo que ignoraba a su prima Alexandra, que miraba al frente sin decir nada, tal vez algo violenta por la situación.
Aunque el que suscribe tiene alergia a las rubias, seguro que se curaría si hubiera tenido la ocasión de tener el «canalillo» de la sueca a la distancia que lo tuvo Joaquín de Dinamarca. Y es que «tiran mas dos tetas que dos carretas»… ¿verdad?
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