Vamos para Alemania, Pepe
Un divertido relato de un viaje por Alemania en busca de un lugar donde emigrar, visto con ojos españoles.
© Lobo de Mar – JM Noticias
Cortesía del foro «Burbuja.info»
Hola queridos hermanos en la fe. Estoy viviendo una pesadilla de la que quiero despertar. He estado una semana por el centro y sur de Alemania y acabo de llegar a mi casa en España.
Pero antes de contaros la experiencia alemana, al regresar, y mientras sobrevolamos las favelas que tenemos por los pueblos y ciudades de Valencia, me han dado ganas de vomitar. En serio.
Y además, a la salida del aeropuerto una espontánea masa de bienamados conciudadanos nos ha dado la bienvenida en forma de tráfico denso, concierto de bocinazos y caras de mala hostia al volante y de una amargura crónica.
Pero vamos en directo al tema. Los puntos de prospección y cata fueron: el aeropuerto de Frankfurt Hann (la «otra» Frankfurt, la «chica») y la región-comarca (?) de Hunsbruck (Sohren, Traben), Baden-Baden, Weisbaden, Frankfurt am Main, la «grande», (donde curra Tito Trichet), Stuttgart, Ulm y como no, Schwangau.
«Ich liebe Deutschland» (Te quiero Alemania)
Ha sido sencillamente increíble. Nada de calor (min. 14º – máx. 27º), comida muy buena y variada. Modo patriota con olor a sobacos y espumilla blanquecina en las comisuras de los labios: ¡nunca tendrá la talla de la española!
Pero aún así, un mito tumbado: en Alemania la comida no es una mierda. Puede comerse o comprarse de todo, hasta aceite de oliva y jamón de pata negra.
La gente muy agradable y servicial. Mito tumbado: ni todos los alemanes son secos, ni son tan rancios, ni dan tanta grima como se comenta entre las filas pitbull-ciego-hispanófilas del foro.
Ni un sólo claxon hemos podido escuchar al conducir, exceptuando el de un tranvía al que, ¡ops!, obstaculicé hasta obligarlo a parar al quedarme atravesado sobre sus raíles sin poder tirar para ningún lado. Civismo por encima de la media.
Limpieza más que notoria en plazas, calles, restaurantes, gasolineras y demás lugares públicos y de paso. ¡Ojo! que no hablo sólo de zonas de ternero-turismo porque también hemos explorado zonas de currelas, las afueras, etc.
Las autopistas gratis sin límite de velocidad. No, no es una leyenda urbana. Verde por todas partes y naturaleza exuberante, incluso dentro mismo de las ciudades.
Alemanitas de infarto. Otro mito tumbado: la alemana no es una especie de ameba gigante sebácea y de pelo rapado; en las zonas rurales la «media» baja un poco, pero a buen nivel también.
Aunque sobre gustos no hay nada escrito, allí es fácil ponerse becerrísimo si te gustan las mujeres castañas / rubias, de piel tirando a clara y ojos claros, aunque también se ven morenas muy, muy, pero que muy «apañás». Y ni un puto minuto de «reggaeton», y han sido muchas horas de radio en el coche, aunque acabamos hasta los cojones de «Vayamos compañeros»
Los precios o lo que atañe al bolsillo.
A modo de resumen muy general sobre la zona por la que me he movido: En términos generales la vida es más barata que en España. Matizo un poco y con la excepción de algunos pocos productos como la gasolina (1,35 € / litro), el alcohol, excepto el vino y la cerveza, y el tabaco (Marlboro 4,5 – 5 €)
El resto de cosas necesarias para vivir pueden estar entre un 10% y un 20% de media más baratas que en España. Algunas incluso son hasta escandalosamente más baratas.
Ejemplos: Tomate en rama: ¡Diosssss qué tomates! – a 0,85 € / Kg. Plátanos, vale, no eran de Canarias: 1 € / Kg. La lechuga «iceberg»: 0,70 €/Kg. El champú Fructis 1,65 € el bote de 40 cls. La Pepsi a 0,7 € / litro (en botellas de 1,5 l). La bandeja de ternera en filetes a 6,2 € / Kg. etc… Podría estar horas poniendo precios, pero en resumen: eran acojonantes.
Por contra, nos comentaron que los medios de transporte público eran caros, cosa que no comprobamos al ir en coche.
Que se pagan muchos impuestos y que, ríete tú, joven mileurista español que estás hasta los cojones de que te tomen el pelo, no hay mucha fiesta (Frankfurter Del Meno dixit), cosa que por lo que he leído por el foro, a muchos nos suda completamente la región pélvico-pubococcígea o polla.
En general, la zona del sur que vimos era más cara que la zona centro. Nos comentaron que se trata de una región lindando con los Alpes, cerca del Tirol austriaco, muy turística. Solamente el castillo de Neuschwanstein, de Luis II, el rey loco, recibe 1,5 millones visitas al año, donde en invierno se esquía bastante y en verano se practican todo tipo de deportes de naturaleza.
Supermercados y supervivencia.
Entramos en unos cuantos súper (Norma, Lidl, Plus) por aquello de comparar precios y tal, y el resultado fue absolutamente escandaloso. Los/as otros/as tres compañeros/as de viaje me miraban medio asombrados e incrédulos con cara de «¡ah!, pues resulta que va a tener razón el germanófilo éste de los cojones». Fue muy bueno: prácticamente en cada súper, tienda, etc. se producía un momento «os lo vengo diciendo desde hace meses, incrédulos zascandiles»
Tengo agujetas en la laringe de tanto decir «¡Pssst!… ¿Qué? ¿Es más barato o no es más barato?». La cosa cambiaba en los comercios de «primera fila turística», donde los estacazos eran los esperables en este tipo de sitios.
Sobre la ropa, hay de todo como aquí. Me sorprendió lo absurdamente caro que era Zara, en comparación con otras tiendas, y viendo que el género que venden tiene la calidad que tiene.
¡Ah, cojones!, espera… es que Zara es española. Vale, ahora lo entiendo. Fue lo que menos miramos, así que no lo tomo como significativo, pero aún así, compramos calzado a precios de absoluta risa: sandalias de piel o pellejo de escroto de cabra, vete a saber, 10 €. Chanclas romanas (duras) con diseño «zen-cool-osssea-qué-fuerte», que mojarían mucho chochito visillero: 4 €.
Más sobre los precios.
La hostelería, ídem de lo mismo, excepto al sur, donde era algo más cara. A comer y cenar íbamos de restaurantes por ahí (thai, griego, croata, italiano, alemán, etc.) o cenábamos en el restaurante del hotel de turno. De media salimos a unos 15-20 € por persona y sesión de papeo. Ahora bien, comiendo de caliente y como verdaderos cabrones y bebiendo como chechenos.
Los platos en general eran baratos pero el cañazo venía siempre con las bebidas (1,9 – 3 € por 0,4 l. de Coca-Cola) y los postres; tiramisú 3 – 4 €, helado con varias bolas, frutos secos, chocolate caliente y mil guarradas más, entre 2,4 – 6 €.
Ejemplo concreto: lo más barato Pizzería de Sohren. Dos pizzas tamaño ruedacoche + kebab vegetal XXL + platerón a base de carne en tacos con verduras + bebidas (5 – 6 coca-colas de 0,4 l.) + 2 cafés: 27 €. ¡Ah!… y buenísimo todo.
Lo más caro: Restaurante griego en Schwanhau (zona turística en los Alpes). Plato consistente en especialidad de la casa para cuatro comensales, más 3 – 4 coca-colas de 0,4 l. y dos cervezas típicas de la zona de 0,5 l. y cafés: 92 €.
Nota importante: antes de sacar la comida, el camarero nos puso otra mesa vacía junto a la nuestra. Nos quedamos medio parados y amablemente nos dijo que era para ir poniendo los platos conforme saliesen de cocina. Casi vomito al llegar al hotel. Tenía la comida que se me salía por la garganta, aunque muy buena eso sí. Faltaba el índice «Big Mac». En Ulm comimos en un McDonald‘. Precios: Big Mac: 5,4 €, Nuggets de 20: 6,99 €.
Contacto con españoles residentes.
Cuanto más bajamos hacia los Alpes más notamos que todo se encarecía un poco más. Un canario que conocimos en mitad del campo nos comentó que toda la zona sur alpina, por turística, y las ciudades industriales del sur (sobre todo Munich) son caras del carajo.
Nos contó su vida allí, los impuestos. Muy altos porque a él, cocinero, de los 2.500 € brutos/mes le quedan limpios unos 1.600 netos. Tiene 2 hijos, los gastos típicos, lo que dan de sí los sueldos, etc. Aún así, lo tenía claro: las islas Canarias para ir en verano. Para vivir, aquello.
En el centro la cosa mejoraba por lo que nos contó un asturiano sobre su vida y el qué de la ciudad, que conocimos en un restaurante de Stuttgart.
Alquileres «típicos» entre 500 – 600 €. Sueldo mínimo en torno a 1.000 €, la calidad de vida, estabilidad laboral, vida más allá del trabajo. Y eso que curra en hostelería.
Hacía varios años que no venía por España (y lo que le queda) y cuando le dimos nuestras «buenas nuevas» sobre cómo están las cosas, el tío no daba crédito a lo que le contábamos: sueldos, precariedad, vivienda, tercermundialización del país, corrupción, pelotazos, mayorías absolutas de alcaldes salpicados por la mierda, etc.
Era cocinero en una especie de franquicia tipo Fooster’s pero alemana (Block House) y estaba cobrando en torno a 1.800 €, y no especificó si brutos o netos. Su alquiler; 600 €, muy majo y relativamente cerca del centro. Muy a gusto en el trabajo y en la ciudad.
El momento de «descojono general del expatriado desconectado» vino cuando se medio quejó de los precios desde la entrada en el Euro. Decía que todo había subido una barbaridad. Literalmente: los precios prácticamente se han doblado. Entonces, ríete tú de lo que ha pasado en España…
El tajo por estos lares.
Trabajo: Otro mito tumbado. El «suban-empujen-estrujen-bajen» laboral. Fue curioso porque los camareros eran todos alemanes y ninguno chapurreaba inglés con la soltura suficiente para explicarnos la carta, que estaba en alemán. Así que, tras un «¿Spanien, ja?», fueron para dentro a llamar a alguien y al momento salió el chico éste.
Estuvo con nosotros una media hora en total y ningún encargado le dijo nada, ni se oyó un «Achtung!» por estar desatendiendo su trabajo (cocinar).
Cuento esta anécdota para que veáis la mentalidad de allí. El hecho de que el cocinero no esté entre fogones sino haciendo de intérprete / esté de charreta con unos españoles, no estaba visto como un acto de escaqueo. Al contrario, es trabajo puesto que está atendiendo a unos clientes de la casa ayudándoles a elegir el menú. Aunque ése no sea su puesto, al hacerlo contribuye a que el cliente quede contento lo cual redunda en beneficio de la casa.
Comentaba que allí se trabaja duro, pero con una mentalidad completamente diferente a la española: menos cantidad pero más calidad, más planificación, más precisión, menos «a salto de mata» y sin tanto estrés. Vamos, igualito que en el gulag laboral en el que vivimos.
En Stuttgart hay ahora mismo un enorme déficit de ingenieros telecos, informáticos e industriales de electricidad, electrónica y mecánica. Dicho por el asturiano, literalmente, no encuentran. Nos decía también que muchos de sus amigos españoles son ingenieros y se lo han comentado más de una vez.
En Siemens y en Mercedes necesitan ingenieros y no hacen ascos al origen de los candidatos si estos lo valen. Otra curiosidad: nota que de un par de años a esta parte está habiendo un verdadero desembarco de ingenieros de otros países (muchos españoles) por la región y que aún así no dan abasto. No me supo dar cantidades exactas pero dice que cobran (sic) muy, muy, muy bien.
Volviendo al canario, nos habló de su sector: dijo que los cocineros que se quedan en las estaciones de esquí a hacer la temporada se levantan fácilmente 3.000, 3.500 o bien 4.000 € al mes. Imagino que brutos, dependiendo de la zona exacta y del hotel. No se puede contrastar y a mi, personalmente, me parece un tanto exagerado, pero teniendo en cuenta que se quedan allí alojados y no salen durante unos meses, pues podría ser.
Verde que te quiero verde.
Mi impresión general es que el área por la que nos hemos movido (450 Km. de centro a sur) es un inmenso bosque verde en el que han empotrado las ciudades y los pueblos. Por ejemplo, Frankfurt am Main tiene unos parques que parecen trozos de nuestro pirineo. Saliendo al sur, creo que era dejando la central del Bundesbank a la izquierda, aún no se ha abandonado el caso urbano y empieza la avalancha de pinos, abetos y yo qué sé qué más especies. Es impresionante. Hasta los polígonos industriales y las zonas de empresas estaban enclavadas en medio de paisajes tipo «Twin Peaks».
No es raro salir de una ciudad y estando aún en el casco urbano ver la típica señal de peligro por animales salvajes sueltos (ciervos, corzos, etc.); entrando a Frankfurt am Main vimos lo que creemos que era un águila, aunque hace ya muchos años de nuestra época «scout». El caso es que era un pajarraco inmenso con pinta de rapaz.
La vivienda o el deseo de todos.
Hice varias fotos de carteles de inmobiliarias en casi todas las zonas en las que estuvimos, tanto de ofertas de venta como de alquiler. No me extenderé mucho porque aún no me he puesto a decentar el material, pero como anticipo, salvo Baden-Baden (pueblo pijito) y la zona de los Alpes donde eran frecuentes «animalás» de más de 300.000 € (casa con jardín, eso sí), en el resto había precios de absoluto escándalo, tanto de alquiler como de venta. Antes que me salte algún «esonopuederserista», muchas de ellas comprobadas con el GPS y para nada estaban lejos ni perdidas de la mano de Dios.
A modo de anticipo, algunos anuncios que recuerdo: Cerca del aeropuerto de Frankfurt Hann, zona vinícola y maderera, con bastante industria del mueble y muchas empresas de logística y transporte, había casas de 140 mts. con prado, que no jardín, por 55.000 €. Piso en Baden-Baden, recuérdese: pueblo pijito con boutiques «superosea», balnearios y donde vi más BMW, Mercedes y 911RSi. 60 mts, 20 años de antigüedad, 70.000 €
Ahí vi también lo más caro en una inmobiliaria de lujo. Auténticos castillos y palacetes de campiña con torres y demás por 3, 4, o 5 millones de Euros. El más caro que vi costaba 9,5 millones de Euros. Falcon Crest era una jodida chabola a su lado. Era algo absolutamente increíble.
Piso en Frankfurt am Main, a un par de kilómetros de la zona de los rascacielos (Commerzbank Tower, Eurotower, la sede del BCE, Japan Tower) de 75 mts, 25 años, con buena pinta, 155.000 €. Recuérdese que estamos hablando de la capital financiera de la UE.
Aunque esto no es contrastable, el canario que conocimos en un prado de los Alpes, nos contó que cuando hicieron el aeropuerto de Frankfurt Hann (o lo ampliaron, no le oí bien) para revitalizar y repoblar la región regalaban casas en algunos pueblos, para quien se animase a mudarse para trabajar allí.
La otra cara de la moneda.
Por lo que nos contó la gente de allí, tanto española como alemana, lo peor de Alemania decían que era la oscuridad de los meses de invierno y el frío. En según que zonas, si las nevadas son fuertes paralizan bastante todo.
Los españoles se quejaban también de los madrugones: el día a día empieza demasiado temprano y acaba demasiado temprano. En el sur, en las zonas rurales la gente es algo más estirada y antisocial.
En algunas zonas hay clasismo a la española. El inmigrante, por el hecho de serlo, es poco menos que escoria. Esto nos contaban que no pasa en el centro y al norte, donde la gente es más abierta y amable.
Las curiosidades.
No vimos problemas para aparcar ni tan siquiera en hora punta en pleno centro de Frankfurt am Main, en la «BerlinerStrasse» (Calle de Berlin) cerca de la EuroTower. Ahora bien, se paga en casi todas partes durante ciertas horas del día.
En las zonas residenciales y barrios currelas hay lugares en los que a ciertas horas está prohibido aparcar, si no se es residente, de forma que en un trozo de acera en teoría sólo pueden aparcar los vecinos de esa calle (¿y adyacentes?). Pasada cierta hora, sí se puede aparcar aunque no seas residente.
Para fomentar el reciclaje, al comprar bebidas embotelladas, se paga una fianza extra, p.ej. 0,30 € por botella, que luego se devuelve cuando se lleva a un punto de recogida como p.ej. supermercados. Incluso hay «cajeros automáticos» donde vas metiendo botellas, latas, etc. y te va dando moneditas. ¡Impresionante!.
Muchos alemanes llevan una especie de «Polizei» (policía) dentro. En Baden-Baden el GPS me metió por un laberinto de calles en obras y cortadas del que el jodío aparato no sabía salir (bucle infinito).
Después de rodar y rodar un buen rato opté por… ejem, ejem,… solucionarlo a la española. ¡Ché!, por 20 metritos de ná que me meta por dirección prohibida no va a pasar ná. ¡Y una mierda! Un tío que había en un portal salió medio corriendo hacia el coche, batiendo los brazos y gritando como loco. Le faltaba el escudo y la maza teutona. Por suerte, el coche corría más.
Impresionante la sencillez de la gente. Al contrario que aquí, no notamos tanto culto a eso de aparentar y ostentar. Hay gente que aún teniendo mucho «nivel» es de lo más sencilla y se mezcla sin problemas con el resto de la gente en las zonas del populacho.
Otros ejemplo chorra que no tiene precio, es ver como un tío con un Mercedes SEL600 remolcando su humilde caravana. Tampoco tiene precio ver como a escasos 300 metros de los rascacielos hay unos bloques de pisos que parecen de la época de la reconstrucción y en los que vive gente humilde.
Estar comiendo en un asador-grill un viernes y ver entremezclada a gente de todo tipo y condición. Desde trajeaditos maduritos de punta en blanco y putita de lujo al lado (o hijas sospechosamente jóvenes y monas gavilanas), a currelas con la ropa sucia. Y que esto sea lo normal, tampoco tiene precio. Prueba a hacer eso mismo en un asador medio bien de cualquier ciudad española…
El alemán medio, dicho por los propios alemanes, aunque esté podrido de dinero no hace ascos a los «lumpensupermercados» y disfruta cazando ofertas (deporte nacional). En el parking de un «Lidl» vimos unos cochecitos que se la pondrían morcillona a mucho «promotó españó». Ante la duda, preguntar los precios antes de nada es lo habitual. Que se siente el camarero a tu lado para cobrar y explicarte los precios del ticket también lo es. Malgastar es de tontos. Economizar es señal de sensatez.
Es impresionante el poderío industrial alemán. Yendo por las autopistas «interlander» es acojonante los muchos polígonos que puede verse. Hay algunos que son verdaderas ciudades por sí mismos. Y también es impresionante la cantidad de placas solares que tienen por allí. En mi vida había visto tantas. Es algo exagerado. Ídem con los molinos eólicos. Los bares de las áreas de servicio de las autopistas son carísimos. En cambio en las gasolineras de las carreteras convencionales y los pueblos, los precios son casi de supermercado. ¿Por qué cojones en una gasolinera española te joden 1,5 o 2 € por una mierda de Coca-cola?
Uno de los compañeros de viaje es (era) bastante germanófobo y vino casi medio obligado. Podría decir que él es de la línea dura radical del «como-aquí-en-ningún-sitismo», o sea, si el paraíso existe, tiene un nombre: España, y todo lo demás una puta mierda.
Pues bien, llegó a reconocer que aquello era una pasada. Eran impagables los varios momentos, gestos y caras de asombro e incredulidad que vi. Es curioso cómo reacciona la gente cuando un martillazo de (otras) realidad(es) les abre los ojos de golpe.
Y llegando al final que esto es muy largo.
Al llegar a España la sensación ha sido y es una mezcla entre incredulidad, mala hostia y asombro. Visto lo visto, cuando alguien me diga lo de que «como en España en ningún sitio» me va a costar Dios y ayuda contenerme para no soltarle de hostias hasta desenroscarle la boina.
A pesar de mi germanofilia, fui con algunos clichés instalados inconscientemente en la cabeza, tanto buenos como malos, que estos días y las charlas con la gente que he conocido han ayudado a suavizar. Ahora bien, el viaje ha tumbado más mitos en contra que a favor.
Alemania no es jauja ni el Edén. Hay gilipollas y capullos como en todas partes. Hay alemanes que están hasta los huevos de Alemania; gente muy joven y gente mayor, sobretodo. Hay «yonkis», zonas chungas (nos metimos en un barrio de Stuttgart que tenía tela) y demás trapitos sucios, aunque putas por las calles junto a las zonas comerciales no hemos visto ninguna.
Incluso también tiene corrupción; me he enterado hoy de lo del Volksbank, chusmilla de guante blanco y demás paisanaje. Pero la sensación general, y subjetiva «of course», es que el sistema funciona. La cosa pública, sin ser perfecta, va tirando más bien que mal. Se palpa en el ambiente cierto orden, cierto algo que no noto en el corral de comedias al que llaman Valencia.
En Alemania no atan los perros con longanizas, pero he podido ver con mis propios ojos lo que otros foreros que viven allá me han comentado más de una vez: la gente joven puede plantearse un proyecto de vida, independizarse, formar una familia o sencillamente rascarse los huevos sin tener que pasar por el aro de cumplir cadena perpetua porque eso es lo que hay. Me vengo con la sensación de que allí la gente joven tiene futuro.
Un saludote a todos. Lobo de Mar
Nota: Este artículo ha sido editado y reproducido con permiso del autor. El original se encuentra en el foro Burbuja.info donde se puede seguir las interesantes aportaciones e informaciones de otros comentarias de la historia.
Buenas.
Me gustaria saber cuales eran los barrios chungos de Stuttgart?
Gracias
Este artículo me ha sido de gran ayuda, muchas cosas que dice la ignoraba, pero como dice usted, es un mito creado y ver la realidad es otra, precios de todo baratos y buenos, la gente sencilla, la cordialidad, cosas que casi no se ve, desearía saber si tiene mas artículos sobre Alemania, Austria y Polonia. Pienso ir de vacaciones por estos 3 países el próximo año y con sus relatos me podría tener una idea mas amplia. Soy de Panamá y he visitado España y aún así considero que vuestro país es muy democrático que otros países europeos, pero me encanto su artículo. Espero tener noticias de vuestra merced Muchas gracias.