El burdel de los ministros de Olof Palme
Dos ex prostitutas demandan al Estado sueco por haber sido utilizadas, siendo menores de edad, en un burdel para políticos y miembros del Gobierno.
© Miguel Mielgo – JM Noticias
La portada del periódico sueco Dagens Nyheter del 18 de noviembre de 1977 desvelaba que ministros, políticos y altos cargos del Gobierno de Olof Palme, conocido como el icono de los socialdemócratas europeos, frecuentaban un prostíbulo de lujo en el centro de Estocolmo donde trabajaban chicas menores de edad. El asunto fue desmentido de forma tajante por el propio Palme y el periódico fue obligado a rectificar.
Treinta años después, dos de las chicas que trabajaron en el local cuando sólo tenían 14 años, presentaron una demanda contra el Estado sueco y exigían una indemnización millonaria porque no se evitaron los delitos perpetrados contra ellas, que el Gobierno socialdemócrata de esos años consiguió tapar para evitar lo que hubiera sido el mayor escándalo de Suecia.
Lugar de ocio para políticos extranjeros.
El asunto empezó a salir a la luz un año antes, en mayo de 1976, cuando la policía sueca decidió arrestar a Doris Hopp, una mujer conocida en los ambientes nocturnos como la «madame», y que era la encargada del prostíbulo.
Los agentes del Säpo, los servicios secretos suecos, vigilaban desde hacía tiempo este local porque sabían que muchos de los clientes eran políticos y altos cargos del Gobierno de Olof Palme, además de conocidos personajes de la élite sueca.
A este local acudían también muchos diplomáticos acreditados y políticos extranjeros, en su mayoría miembros de partidos socialdemócratas y socialistas de otros países, que estaban de visita en Suecia. Según la Policía y los agentes del Säpo, las actividades del prostíbulo suponían un riesgo muy alto para la seguridad del Estado.
En el artículo que el periódico Dagens Nyheter publicó en noviembre del 77 se acusaba, entre otros, a Lennart Geijer, el que por entonces era ministro de justicia de Suecia, de ser uno de los clientes habituales del popular prostíbulo.
El rotativo sueco basaba su información en un informe confidencial que el director general de la policía sueca, en aquel tiempo Carl Persson, había enviado directamente al primer ministro Olof Palme. Sin embargo, el dirigente socialdemócrata negó la existencia de tal informe y acusó al periódico de calumnias.
En el documento policial figuraba, además del nombre del primer ministro Olof Palme, el de los miembros del Gobierno socialdemócrata, el del ex primer ministro Thorbjörn Fälldin y el de Olof Johansson, líder del partido de Centro y socio de los socialdemócratas. Todos ellos se apresuraron a negar su implicación, a pesar de las pruebas policiales. Palme ordenó tapar el escándalo que se avecinaba y la maquinaria de la dictadura socialdemócrata impuso la «versión oficial», de que nada de lo que se decía era verdad.
Demanda millonaria de ex prostitutas
En la conferencia de Prensa celebrada el pasado 5 de Diciembre del 2007 en Estocolmo, las dos mujeres que habían trabajado en el burdel cuando sólo tenían 14 años de edad, informaron que habían presentado una demanda judicial junto con una lista que contenía los nombres y apellidos de por lo menos 70 de sus clientes más conocidos.
Ove Sjöstrand, el inspector de la Policía que en su día elaboró la lista de clientes que se adjuntó al informe oficial que se envío a Palme, confirmó ante los presentes, que al menos una docena de los nombres que él tenía en su lista coincidían con los nombres que las dos mujeres denunciaban. Ninguna de las dos listas se hizo pública por estar el caso en el juzgado.
El policía declaró también que había obtenido los datos por medio de escuchas telefónicas que se hicieron a la «madame» del establecimiento, cuando ésta contactaba con sus clientes. «Ella era muy lista y sabía reconocer muy bien la voz de lo clientes. Nunca decía sus nombres porque utilizaba palabras en clave como «mamporrero», «bobo» y otros apodos para identificarlos» explicó Sjöstrand.
Demanda de un millón de coronas
Aunque este caso, conocido en Suecia durante todos estos años como «Geijeraffären» (El Caso Geijer), debido al nombre del por entonces ministro de justicia Lennart Geijer, hoy día ya ha prescrito, las dos ex prostitutas exigieron que el Estado les pida disculpas y que les pague una indemnización de un millón de coronas (unos 100.000 euros) a cada una, por los daños causados. «Hemos sido olvidadas y se ha tapado el asunto» dijo Eva Bengstsson, una de las dos que trabajó vendiendo su cuerpo infantil en este prostíbulo de políticos, cuando sólo tenía catorce años de edad.
Con los testimonios y pruebas presentadas por las dos ex-prostitutas quedó políticamente claro que Olof Palme mintió cuando negó la existencia del informe policial.
También se ha podido probar que el periodista Peter Bratt, autor del artículo que destapó el asunto, no sólo tenía razón, sino que decía la verdad a pesar que algunos detalles no coincidían totalmente.
¿Quiénes eran los clientes extranjeros?
Durante todos estos años en Suecia se ha especulado mucho sobre la identidad de los políticos y otros conocidos personajes que visitaban este prostíbulo de lujo. Ahora, y con la demanda en la mano, los suecos esperaban que la famosa lista de clientes se hiciera pública. Si fuera así, provocaría un nuevo escándalo, sobre todo entre los políticos socialdemócratas, porque las prostitutas que trabajan en el burdel eran todas menores de edad.
Fuera de Suecia el asunto sólo interesaba en países donde existía un partido socialdemócrata o socialista, como en España. Pero la noticia del juicio nunca llegó a los medios españoles porque los socialistas se encargaron que los medios afines no publicaran nada.
Lo cierto es que durante los años 70 hubo varias delegaciones de altos cargos y miembros del PSOE que estuvieron en Estocolmo. También se sabía que los dirigentes socialistas fueron invitados por el Gobierno de Olof Palme y que algunos delegados españoles estuvieron en el burdel de marras.
Las dos ex prostitutas podrían, si quisieran, confirmar si alguno de estos españoles estuvo con ellas cuando tenían 14 años y trabajaban en el burdel, pero dicen que «por desgracia su memoria ya no era buena para recordar caras y que además su boca está sellada».
También está cerrada la boca del policía que tenía la lista de clientes, que en su declaración ante el juez dijo que tuvo que quemarla porque así se podía mantener en vida.