Las radiaciones dañan las células
Un informe de la UE, que no se ha hecho público, asegura que las radiaciones de las antenas de telefonía móvil producen en las personas la misma muestra biológica que tienen las que padecen cáncer.
© JM Noticias
La inseguridad, y sobre todo el temor de los daneses a las consecuencias de los efectos producidos por las radiaciones de las antenas de telefonía móvil, se ha convertido en el motivo de una fuerte polémica en Dinamarca.
Además, y por si no fuera suficiente con las distintas opiniones vertidas sobre el asunto, el periódico danés Jyllands Posten, uno de los más respetados del país, echa leña al fuego revelando en su portada del psado 1 de Noviembre, que un nuevo informe de la Unión Europea, y que todavía no se ha hecho público, demuestra que las radiaciones emitidas por las antenas de telefonía móvil tienen un «efecto sobre las células humanas», aunque todavía no se sabe si es peligroso.
Bajo el titular «Mobilstråler skader celler» (Las radiaciones de los móviles dañan las células), el diario afirma que en la investigación previa del informe elaborado para UE, los científicos llegan a la conclusión de que las radiaciones de las antenas «crean una muestra superior biológica igual a la que tienen las personas con cáncer»
En las células humanas utilizadas para realizar los experimentos – explicó al diario el profesor alemán Franz Adlkofer, coordinador del proyecto de la UE, «se produce una mutación y se crea una copia de la célula (clonación) que no es exactamente igual al original». Según otras fuentes científicas consultadas por JM Noticias, como el doctor en biología e investigador molecular Francisco Mansilla, «la mutación celular no es un sinónimo de la producción de cáncer, pero sí es del potencial de producirlo»
Sorprendente resultado.
Franz Adlkofer, el científico y coordinador del proyecto de investigación de la UE, dice al diario danés que «está muy sorprendido del resultado porque no esperaba encontrar rastro de las consecuencias biológicas de las radiaciones» Sin embargo, Adlkofer subraya que todavía no es seguro que las radiaciones de las antenas de telefonía móvil puedan implicar un riesgo para la salud. «El cuerpo humano es mejor reparador o eliminador de las células que tienen los cromosomas dañados, que los pequeños grupos de células usados en el experimento. Por eso, no podemos concluir que las radiaciones producen el mismo efecto en una persona que en otra» dijo Franz Adlkofer al periódico.
Los resultados de la investigación obtenidos en este proyecto europeo llegan a Dinamarca en el momento en que el Folketing (Parlamento danés) decidiera destinar 30 millones de coronas (671 millones de pesetas) para realizar una nueva investigación científica sobre la peligrosidad de las radiaciones de las antenas, los teléfonos móviles y otros aparatos técnicos emisores de ondas.
Franz Adlkofer asegura también que, a pesar de tener un efecto sobre las células, no espera que dentro de un horizonte cercano se pueda llegar a descubrir si las radiaciones son o no peligrosas para la salud. «Nuestros conocimientos actuales sobre este tipo de radiaciones son muy limitados. Desconocemos el porqué las ondas influyen en la biología y no sabemos qué parte del material genético (ADN) de las células humanas resulta dañado, ni tampoco sus consecuencias» dijo Adlkofer
Antenas de redes para ordenadores.
La doctora Sianette Kwee, profesora del Instituto de Medicina Bioquímica de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, advierte también sobre las radiaciones, pero las emitidas por las antenas de los aparatos para redes WLAN (Wifi), utilizadas para la conexión de ordenadores en casas y oficinas.
En miles de hogares de todo el mundo se instalan estos aparatos con pequeñas antenas que, según Sianette, «no son menos peligrosas que las antenas de las compañías telefónicas».
El problema es serio, según la doctora, ya que los emisores de una red WLAN suelen estar en los salones o habitaciones de las casas, donde las personas suelen pasan mucho más tiempo. «Lo mismo pasa con los teléfonos inalámbricos, que no les damos importancia, pero también emiten radiaciones y los tenemos más cerca» dijo Kwee.
Los ayuntamientos prohíben las nuevas instalaciones.
Mientras científicos de todo el mundo intentan obtener y recopilar resultados y conocimientos sobre el tema, las compañías de telefonía móvil danesas quieren continuar con la instalación de las 10.000 nuevas antenas para la nueva red de telefonía 3G (tercera generación), la llamada red UMTS, necesarias para dar cobertura a los nuevos teléfonos móviles en todo el país. Unas antenas que necesitan estar más cerca unas de otras para poder mantener la calidad de la señal que requiere la nueva tecnología.
Sin embargo, el temor de los ciudadanos se ha convertido en miedo ante los efectos de las radiaciones. Esto ha llevado a muchos ayuntamientos daneses a tomar la decisión unilateral de prohibir de inmediato la instalación de antenas en todos los edificios y terrenos públicos que se encuentren dentro de sus respectivos términos municipales.
Las autoridades de Copenhague, Aarhus y Aalborg, que son las tres ciudades danesas con mayor número de habitantes, además de los pueblos cercanos, se han sumado a la prohibición y protesta contra las nuevas instalaciones. También lo han hecho los propietarios particulares de edificios y terrenos idóneos, que se han negado a dar el permiso de instalación, a pesar del pago que ofrecen las compañías telefónicas. Otros, sin embargo, se han opuesto por el mero hecho de sentirse presionados por sus vecinos, a los que tienen que pedir permiso, y que no están dispuestos a aceptar que se instale una antena de telefonía móvil a pocos metros de sus casas.
En contra del ministro.
Estas prohibiciones a nivel municipal han puesto a Helge Sander, ministro de Investigación y Tecnología de Dinamarca, ante una difícil situación política. Por una parte, el Gobierno danés, igual que en otros países europeos, ha vendido por elevadas sumas de dinero las licencias de telefonía móvil de 3G. Por tanto, los mandatarios deberían facilitar a las compañías telefónicas el acceso a la instalación que han pagado. Pero por otra, el Gobierno debe velar por la salud de los ciudadanos y, ante la duda, el ministro ha optado por comunicar a los responsables de los ayuntamientos rebeldes que la prohibición decretada en sus términos municipales es ilegal y, a la hora de tomar sus decisiones, no debe tenerse en cuenta lo que de momento es un temor. Sin embargo, la mayoría de los municipios daneses han hecho caso omiso a la recomendación ministerial y continúan con su actitud de negar los permisos para la instalación de las antenas.
Este «plante» colectivo de las autoridades municipales cuenta también con el apoyo de casi todos los habitantes del país. Por ejemplo, en las ciudades de Kalundborg y Aalborg han optado por responder al ministro que si quiere autorizar la instalación de antenas, deberá obligarles con una orden ministerial y por escrito. Pero el canciller danés no parece estar dispuesto al suicidio político estampando su firma en tan comprometido asunto. Si lo hace, él sería el responsable directo de los posibles daños, si se llegan a demostrar, que las radiaciones de las antenas pudieran producir a la población. Y aquí, en este país, los políticos, y no el cargo, responden personalmente de sus actos.